miércoles, 9 de marzo de 2016

RAÚL PÉREZ


Humildad y dignidad. Dos palabras desnudas que definen a un hombre que ha escuchado el dialecto de las cepas y que paso a paso poniendo los pies en el suelo va evangelizado los sarmientos como esos dioses vagabundos que andan entre las gabias, y sus manos deambulan como caricias entre los pulgares de las cepas viejas.
Es tiempo de poda, y la sarmienta atada con bramante reposa sobre las lindes, mientras la pedona con su cresta afilada cae como una guillotina sobre los bravos de las cepas, y a veces el poso de la soledad, revive en la memoria, y la tierra escucha el grito desolado de la primavera, y los pájaros que regresan cuchichean sobre ese hombre de barbas que en las noches de luna cuenta cuentos a las cepas irredentas.


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