domingo, 30 de noviembre de 2014

Estudio de los relojes de sol de Villafranca del Bierzo. Reloj de la Colegiata.

Manuel Martínez Rodríguez.




Los cinco relojes de sol que he analizado, han sido fotografiados por el autor de este blog, Santiago Castelao, publicando sus fotos el 9 de septiembre de 2014.
Como introducción de lo que para mí ha sido una labor apasionante y para una mejor comprensión de lo que se expondrá a continuación, decir que la construcción de los relojes de sol fue una ciencia que desapareció con el tiempo, al ser cada vez mejores los relojes mecánicos. Dicha ciencia se llama gnomónica y la barra o pieza de hierro que en estos relojes se coloca para que haga sombra se llama gnomon, estilo o estilete. Lo normal es que estos relojes estén orientados al sur, para que reciban el mayor número de horas de sol, con el estilete inclinado, apuntando al sur y paralelo al eje terrestre.
Aclarar también que la hora solar era la forma que había antiguamente de medir el tiempo, cuando no existían relojes mecánicos, mientras que la hora oficial que marcan nuestros relojes actuales (pulsera, pared, teléfonos, ordenadores, etc) es la forma que tenemos ahora de medir el tiempo, con una precisión habitual de segundos. La hora de nuestros relojes no coincide con la hora solar, principalmente porque en este país de incongruencias y sinsentidos vivimos todavía bajo un capricho de dictadores, que en su día nos impusieron tener adelantada una hora en invierno (dos en verano), cuando deberían prácticamente coincidir nuestros relojes con los relojes de sol, al igual que en el resto de países europeos. Teniendo en cuenta esa hora o dos horas dependiendo de si es invierno o verano, si estuviéramos en Castellón de la Plana por donde pasa el meridiano 0º, o de Greenwich, la coincidencia sería mayor, puesto que a las doce hora solar, nuestros relojes de pulsera marcarían prácticamente la una en invierno y las dos en verano (con diferencias en el entorno de los 15 minutos, en más o en menos, dependiendo del día del año). 
En Villafranca del Bierzo cuando un reloj solar marca las doce, en ese mismo instante un reloj solar en Castellón de la Plana marcará ya aproximadamente las doce y media, justamente lo que tarda el sol en recorrer la distancia entre los dos lugares (aunque realmente es la tierra la que gira). Mientras nuestro reloj de pulsera marca las doce del mediodía, cuando el sol pasa justamente por el meridiano 0º (es decir, cuando en Castellón de la Plana la sombra, de una farola por ejemplo, apunta exactamente al norte), un reloj solar en Villafranca del Bierzo marcará una hora y media menos en invierno y dos horas y media menos en verano. A esto, dependiendo del día del año, hay que restarle hasta un máximo de algo más de 16 minutos o sumarle hasta un máximo de algo más de 14 minutos. En todo lo dicho debe tenerse en cuenta que un reloj de sol sólo tiene marcas horarias.
Por ejemplo, el 13 de junio un reloj de sol en Villafranca del Bierzo marcará las doce del mediodía cuando nuestro reloj de pulsera marque las 2 y 27 minutos, el 31 de octubre a las doce hora solar nuestro reloj de pulsera marcará la 1 y 10 minutos y el 10 de febrero a las doce hora solar nuestro reloj de pulsera marcará la 1 y 40 minutos.
Sin más preámbulos paso a publicar el primer estudio, que corresponde al reloj de sol situado en la fachada sur de la Colegiata de Santa María del siglo XVI, hoy día parroquia de la Asunción, declarada bien de interés cultural en 1999. Destacar que desde el inicio de su construcción hasta su finalización pasaron unos 200 años, periodo de incertidumbre en la colocación del reloj.

Reloj de Sol de la Colegiata

Reloj de sol construido en una pieza de piedra arenisca, definido en un cuadrado, con claros signos de deterioro, aunque se ven con claridad sus grabados. En el momento de tomar la foto marcaba aproximadamente las tres y veinte de la tarde, hora solar.

                         Fotografía de Santiago Castelao

A primera vista resulta caótico por la distinta grafía en sus números. El nueve no es número romano, sino un 9 convencional, mientras que el cuatro romano es representado con 4 barras, IIII, y no como estamos acostumbrados a ver, una barra seguida de una uve, IV. Esto sucede en muchos relojes de sol y sobre ello existen varias teorías en las que no voy a entrar. La piedra se ve descompuesta en su parte izquierda donde la fila vertical de números parece remarcada con posterioridad, lo que explicaría que el nueve sea un numero natural y no romano (al muy poco profesional restaurador de entonces le resultó más fácil grabar en piedra un 9, una sola marca, que un IX romano, que son dos marcas). Los números de la fila inferior están grabados de forma más tosca, al igual que en la superior, donde el VIII esta boca abajo. Los de la fila vertical derecha por el contrario tienen un grabado muy cuidado y profesional, propio de un artista del grabado.
El estilo es una cortita barra metálica lisa apuntando hacia el suelo (si su inclinación fuera correcta sería la dirección del eje terrestre), doblada hacia el este unos 15º, respecto a la dirección norte-sur. Esto unido a su asimetría respecto a la línea vertical de las doce (se aprecia claramente pues la línea de las seis no es horizontal, sino ascendente desde el centro hacia el exterior del reloj), indica que dicho reloj fue construido para una pared que tuviera orientación oeste de unos 15º. Siendo este el motivo de que sea asimétrico, al tener corregida la proyección.
Lo cierto es que la fachada donde se encuentra, está orientada al sur, por lo que el reloj no puede marcar la hora solar correcta. Pudiera ser que en su día se trajera de otro lugar para el que se había diseñado, y se colocara en la colegiata sin comprobar la orientación, algo crucial en estos relojes.
La comprobación que he realizado en los primeros días de noviembre, ratifica el error, pues la sombra del estilo marca una hora solar con un desfase que supera los 20 minutos de adelanto en las horas de la mañana, ajustándose al mediodía y retrasando en las horas de la tarde llegando a superar los 15 minutos.
Marcaría correctamente de haberse calculado y ejecutado para la fachada en la que se encuentra. Sería entonces simétrico, su estilo no estaría girado sino perpendicular al reloj y apuntaría hacia el suelo en la dirección del eje terrestre.

Finalmente incluyo dos gráficos que son de fácil interpretación y sirven de aclaración, realizados a partir de las lecturas tomadas.

El primer gráfico indica el error en varias horas solares. Del mismo se deduce, que a partir de las doce, donde adelanta unos 25 minutos, el error se va reduciendo hasta marcar la hora exacta en torno a las dos y cuarto de la tarde, y desde ahí comienza a atrasar, acumulando unos 15 minutos a las cuatro menos diez (15:50 del gráfico).


  
El segundo gráfico indica la hora solar marcada por el reloj y la hora solar que debería marcar si fuera un reloj preciso o mejor dicho, bien construido para el lugar donde está colocado. Se puede ver que cuando marca las doce, debería marcar las 11:34, que se obtiene simplemente restándole los 26 minutos que adelanta. También se deduce que entorno a las dos y cuarto de la tarde daría la hora correcta. A las 15:50 debería marcar las 16:06, que se obtiene sumándole los 16 minutos que atrasa a esta hora.




El próximo que se publicará será el reloj de sol del Palacio de Arganza.


  











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